Tanto en la vida personal como en el ámbito profesional, tener una motivación no siempre significa tener una ilusión positiva que saca lo mejor de nosotros y nos hace sentir bien al actuar desde esa fuerza, sino que a veces viene en forma de miedo, de búsqueda de complacencia o de culpabilidad. Porque en realidad siempre estamos motivados, ya que motivación es un empuje de cualquier tipo, algo que nos hace “movernos”, y la cuestión es ¿por qué te mueves? ¿qué te mueve más? ¿qué inclina la balanza cuando tomas decisiones?
- Motivación positiva extrínseca. Logro, poder, reconocimiento…
- Motivación positiva intrínseca. Voluntad personal, realización…
- Motivación negativa extrínseca. Pérdida de validación externa, despido, castigo…
- Motivación negativa intrínseca. Culpabilidad, baja autoestima… (“no lo merezco”)
Siempre vamos a tener empujes, presiones, razones y contextos que nos empujarán a actuar de un modo u otro, y la cuestión es a cuáles prestamos más atención. Esto es auto-liderazgo; conocer cuáles son tus pulsiones, las fuerzas que te mueven y los factores que te influyen, sin negarlos, reconociéndolos; y una vez hecho esto, gestionarlos de la manera que más feliz te hagan, saquen lo mejor de ti y te hagan crecer como persona, ser productivo y pleno. Al final de lo que se trata es de conseguir tus objetivos, y que elijas si quieres ser víctima o protagonista, positivo o negativo.
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